miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mi regreso a casa




Apenas acaba la clase huyo hacia la puerta de salida sin mirar atrás. Dispuesta a recobrar mi libertad y el uso de mis piernas, que se adormecen tras largas horas de estar sentada. Mis amigas me acompañan en algunas partes de mi camino, hablamos de todo un poco y nos consolamos si tuvimos un mal día.

Caminamos juntas, cogidas del brazo al momento de cruzar las pistas para evitar accidentes y debido a nuestro miedo justificado a los autos.

Cuando llega el momento de separarnos, nos despedimos con un abrazo como si no fuéramos a vernos nunca mas y después cada uno va por su camino. Yo doy pasos rápidos y firmes la mayor parte del camino, siempre cogiendo mi bolso con fuerza. Después mis pasos se vuelven más lentos y mi mirada se centra en el resto de personas a mi alrededor, todos inmersos en sus mundos, pensando en sus problemas mientras que a cada paso se acercan mas a su destino.

Ayer vi a dos ancianas, caminado cogidas del brazo, quejándose de todo y discutiendo tontamente para después olvidarse de lo que estaban hablando hacía unos minutos. No pude contener la risa y el horror, al pensar que en quizás 100 años o más esas dos ancianas podríamos ser mi hermana Mónica y yo. Tratando de alejar esos terribles y catastróficos pensamientos corrí lo más rápido pude, aprovechando mi juventud y el buen estado de mis piernas.

Cuando al fin me alejé de esas terroríficas ancianas me di cuenta que ya estaba en casa. Reconocí al perro "rasta" que duerme en el parque y que ama asustar a las palomas. Vi el auto de mi papá aparcado frente al edificio, encontré a mi hermana caminado en la calle y a mi madre en el balcón y supe que ya había llegado a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario