martes, 10 de noviembre de 2009

Crónica de acontecimiento


Ocurrió un 14 de setiembre, un día que parecía tan aburrido, común y corriente como cualquier otro en mi vida. Salí del trabajo a las 8pm y me disponía a ir a casa.

Tomé el bus de la línea 9, como de costumbre, me senté, no muy atrás ni muy adelante. A mi lado se sentó un hombre de aspecto extraño sus cabellos eran largos y ensortijados, tenía una barba que le cubría parte del rostro y sus ojos se ocultaban tras gafas oscuras. Me dió escalofríos al verlo, había algo extraño en él. Aun así no me cambié de sitió, sino solo me aferré a mi cartera y deseé llegar a casa lo antes posible.

De pronto el bus sufrió un desperfecto y los pocos pasajeros que quedábamos, entre ellos mi compañero de asiento, tuvimos que bajar del carro. Como estaba cerca de mi casa decidí caminar, por las calles estrechas y poco iluminadas del distrito de Magdalena del Mar.

Cogí mi bolso con fuerza, como de costumbre, y caminé lo mas rápido posible por las calles que se encontraban desoladas, no había rastro de los demás pasajeros del bus era como si hubieran desaparecido.
Después de unos minutos sentí unos pasos detrás mío, era el hombre extraño del bus. Me sonrió y me dijo "Buenas noches". En respuesta hice una mueca y aceleré mi paso para alejarme del extraño.
En menos de un minuto me lanzaron contra una pared, mi rostro estaba siendo presionado contra esta y sentía la sangre brotar de mi nariz. Al mismo tiempo que sentía un cuchillo afilado que hacia contacto con mi cuello y que una voz me susurraba al oído "quieta ya perdiste"

Estaba aterrada. Solo pude decir con voz temblorosa "llévate lo que sea, pero no me hagas daño" y solté el bolso al que hacía unos minutos sujetaba como si fuera una extensión de mi cuerpo. Pero no le interesó "No nos importa tu plata ni tu bolso de plástico". ¿Nos? pensé aterrada y fue ahí cuando escuché el ruido de un auto y la voz algo lejana del cómplice que le ordenó meterme al auto lo más rápido posible.

Intenté escapar, grité, pateé con todas mis fuerzas. Mi atacante enfureció y golpeó mi cabeza en contra de la pared de ladrillos, una y otra vez hasta que no pude luchar más y mi cuerpo dejó de pertenecerme mientras era arrastrada hacia la maletera del auto.

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