miércoles, 11 de noviembre de 2009


Mi Habitación



Me encanta mi almohada de pollo verde


Es la más pequeña de la casa, la ocupo desde hace tres años y ya me acostumbré. No puedo negar que no extraño mi anterior cuarto donde corría por todas partes e incluso podía jugar tenis.

Fue en esa habitación en la que casi fue secuestrada por los duendes y donde acogí a Sirius la primera noche que se quedó en casa porque no paraba de llorar debido a que extrañaba a su mamá.
Al mudarme guardé algunas cosas en bolsas y otras las vendí. Intenté sin éxito deshacerme del cuadro de la niña triste que ha reclamado su lugar en mi cuarto desde hace mas de 10 años, pero me persigue con sus ojos tristes y cabello pajoso.

Mi nuevo cuarto es crema y lleno de luz, adornos y libros que están en todas partes. En el velador, mesa de noche, armario, escritorio, cama e incluso el piso. No se debe a un amor al estudio, sino a un desorden casi caótico. En la que todo los aretes de mezclan con las pastillas, la ropa con mi grabadora y los cables de mi USB se enredan con la figura de la niña María, cuyos ojos pintados y a veces juzgadores se enfocan en mi y me llevan de vuelta a la infancia.

Uno de mis lujos es la vista a la calle y al mar, los observo a ambos con fascinación en todo momento del día, noche o madrugada. Ambos algunas veces bellos y relajantes y otras ruidosos como cuando el mar ruge de noche y se agita con violencia.

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