martes, 10 de noviembre de 2009

Crónica fantástica

Giselle enloqueció y murió días antes de su boda y como todas las muchachas que mueren de esa forma se convirtió en un fantasma del bosque. Cada noche sale de su tumba y junto con las demás novias fantasmas planean su venganza.

No es sensato visitar las tumbas de aquellas infelices, especialmente en la noche. Pero Albrecht igual lo hizo, atormentado por la culpa, por saberse el responsable de la trágica muerte de Gisell, quien murió a causa de sus engaños y traiciones.

Se acercó lentamente a la tumba y depositó un ramo de rosas sobre esta. Mientras pedía perdón por sus acciones escuchó a lo lejos las campanadas de la iglesia, que marcaban las doce de la noche.
Era el tiempo de venganza, la tierra comenzó a temblar y las novias salieron de sus tumbas, vestidas con sus blancos trajes de novia que iluminaban una pequeña parte del bosque, sus rostros eran cubiertos por velos y en sus manos llevaban ramos de rosas.

Casi al mismo tiempo que comenzó a sonar la música de ultratumba, las novias fantasmas levantaron sus velos, mostraron sus bellos rostros llenos de tristeza y en cuyos ojos se reflejaba el deseo de vengarse. Bailaron sin cesar al ritmo de la música que emanaba de los árboles.

La suplicas de Albrecht no conmovieron a Mirtha la jefa del grupo, quien ordenó a Giselle atraerlo al centro del circulo que habían formado para obligarlo a bailar sin parar hasta perder todas sus fuerzas y la vida.
Pero Giselle no pudo llevarlo a su muerte, notó su arrepentimiento y lo perdonó. Y con su perdón la oscuridad, la música y las novias fantasmas se esfumaron para dar paso a los cálidos rayos del sol que iluminaban el bosque. Mientras tanto Giselle como Albrecht tomaban rumbos separados, pero ambos en paz.

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