miércoles, 28 de octubre de 2009


Crónica de Lugar





Walter mercado de Magdalena


El frío me invade mientras trato de leer mi libro. No puedo concentrarme, el ruido de los carros, las voces de las personas y el fuerte sonido de la radio me molestan.
Fue mala idea tratar de buscar paz y tranquilidad en el mercado de Magdalena. Son las 8 de la mañana y los comerciantes ya empiezan su día, quitando las rejas que protegen sus negocios, barriendo el frontis de su tienda y ordenando sus productos para que sean vistos por el público.

Casi al mismo tiempo el público, en su mayoría amas de casa, van en busca de los ingredientes que usarán para cocinar, llevando bolsas y canastas vacías, pero que en algunos minutos estarán repletas de productos.
Intento terminar con mi libro pero un comerciante me interrumpe, preguntándome si deseo compara CDS o dvds., respondo que no deseo, pero su insistencia es tal que tengo que salir de ahí y adentrarme aún más en el mercado para alejarme de él.

Llego casi por accidente a la parte de las carnes, mi parte menos favorita del mercado donde los animales cuelgan por doquier y el piso está teñido de rojo, es repugnante y no pierdo tiempo y trato de buscar un lugar mas alegre.
Continuo caminado hasta sentir un fuerte olor a incienso de lavanda que me adormece y como hipnotizada me adentro a un pasillo lleno de velas, adornos, atrapa sueños, aretes, pulseras y hierbas extrañas. Sentada en una meza está una mujer que por un par de soles me lee la mano y con una voz profunda me pronostica un futuro no muy alentador. Le compro un atrapa sueños para alejar los pensamientos negativos y continuo caminando por los angostos pasillos del Mercado de Magdalena, ya son las 11 a.m. y todo esta repletado de personas, animales y productos. El espacio es tan pequeño y el calor tan intenso que debo salir paraa tener un poco de oxígeno, me abro paso entre la multitud repartiendo empujones por doquier, es tiempo de volver a casa.

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