viernes, 20 de noviembre de 2009

Entrevista a un personaje famoso:
Elizabeth Bathory






Elizabeth Bathory fue miembro de la nobleza húngara en el siglo 16. Es conocida como la Condesa Sangrienta, porque mató a 600 muchachas para beber y bañarse con sangre y asi ser joven y bella por siempre. Debido a su condición de noble no fue castigada con la pena muerte, sino con vivir encerrada en un castillo de por vida. ¿Pero será en realidad la culpable de tan atroces crimines o fueron solo acusaciones de sus enemigos políticos a los cuales no le convenían tenerla en el poder? ¿Fue victima o victimaría?

El paso del tiempo no es un obstáculo para la entrevista, camino por el castillo que sirve de prisión al llegar a su celda una pared me separa de la prisionera. Asomo mi rostro por la pequeña abertura, única conexión que tiene con el resto del mundo y que le sirve para obtener sus alimentos que ya no son la sangre y carne de doncellas, sino comidas menos elaboradas y frescas.

Numerosas leyendas se han tejido alrededor de esta mujer poderosa y cruel, la consideran como la mujer mas hermosa de Hungría, pero al verla encerrada mas parece una muerta en vida, pálida y en cuyos ojos oscuros y fríos se refleja el deseo de destruir las paredes que la oprimen y huir a la libertad

“Debe ser difícil pasar de ser una de las mujeres mas importantes de su tiempo, a ser una prisionera eterna en tan lujoso castillo. ¿Se arrepiente de algo?”

Se demora en contestarme, tal vez por hace tiempo que no hablaba con nadie o quizás porque tenía ganas de beber mi sangre. Antes de responder se arregla el cabello y alisa con sus manos la túnica gris que lleva puesta, se sienta en una silla con delicadeza y con gran ceremonia como si este fuera un trono y no estuviera presa, sino en la corte de un monarca.

“Lo único de lo que puedo arrepentirme es de haber nacido en el lugar y tiempo equivocados. De haber nacido en una posición privilegiada y envidiada por todos. La injusticia de mi castigo es una venganza política de parte del Rey Mátyás II, quien siempre ha codiciado mi fortuna y que ahora la posee”.

Su postura continúa siendo firme y elegante, pero sus ojos brillan con una ira que acompaña a su voz.

“Entonces, ¿niega haber sido culpable de los 600 asesinatos a las doncellas que vivían con usted?”

La manos que plácidamente reposaban en su regazo se cierran con fuerza apretando sus uñas contra las delicadas palmas. “Uno de lo valores mas importantes es el respeto, siempre he exigido respeto. Y aquellas personas demasiado ignorantes e inútiles para comprenderlo debían tener un escarmiento. No sé porque la ley se empeña en condenar lo que hice, todos los aristócratas hacen lo mismo, sino ¿Cómo esperan mejorar el comportamiento de la servidumbre? No es un secreto que ésta ya no es tan buena como antes y alguien tenía que hacer algo al respecto.

“Pero eso no justifica llegar a los extremos de crueldad por los que se le acusa, como coserle la boca a una muchacha porque hablaba demás ¿no lo cree?”

“No, no lo creo. Si usted hubiera conocido a esa campesina parlanchina le aseguro que también hubiera querido coserle la boca. El silencio es una virtud y era mi deber educarla, al final aprendió la lección. Nunca más la escuché hablar”. Dijo lo último como si le produjera gran placer y orgullo.

“La educación aparenta ser muy importante para usted ¿cierto?”
“Las personas de poder como yo, no pueden ser ignorantes. Me educaron para mandar, como a una reina, incluso yo diría que mas que una reina. Sé escribir y hablar en húngaro, alemán y latín, mientras que los demás nobles apenas saben decir su nombre. Son un conjunto de iletrados patéticos. Ni el mismo príncipe se libra de la ignorancia que rodea a la mayoría. Es una de las razones que me llevaron aquí. Me envidiaban con una pasión inhumana y ninguno de ellos podían permitir que una mujer tuviera el control de las posesiones de tierras más extensas y fecundas del país. Especialmente en la condición en que me encontraba, viuda y sin un ejército a mi servicio”

Guardo silencio por unos minutos para esperar a que se calme un poco y continúo para llegar a donde deseo. “Los rumores que recorren el pueblo acerca de su gran belleza son ciertos” - miento, para que se sienta halagada – “¿Tiene algún secreto de belleza que pueda compartir conmigo?”, pregunto con una sonrisa que intenta ser encantadora.


Se acerca a la pequeña abertura que nos separa y con un susurro me dice “si usted pensaba que iba a caer en esa trampa, entonces es realmente tonta”. Vuelve a su posición inicial y eleva su cuello de forma altiva. Me doy cuenta de que no existen arrugas en su fino cuello, ni en su rostro, que a pesar de tener un poco atractiva palidez mortal no es recorrido ni por el más leve surco. Nota mi sorpresa y sonríe por primera vez. En sus ojos hay un brillo cómplice, sonrío también.

“Descubrí el secreto de la eterna juventud un día de verano, una de mis sirvientas se enfermó ese día y como reemplazo mandó a una joven campesina para que me atendiera. Demostró mucha torpeza pero lo dejé pasar, hasta que cometió la sandez de jalar con brusquedad mis delicados cabellos con el cepillo. Me enfurecí y comencé a golpearla con el cepillo de plata hasta que gotas de su sangre me salpicaron y en el lugar en que cubrieron mi piel esas cálidas gotas borraron las arrugas, dejándola tan bella y lozana como cuando era una niña”- sus ojos brillaron con una fascinación enfermiza al revivir con pasión el día de ese gran descubrimiento- “llamé a mis fieles sirvientes y con su ayuda me deshice de esa muchacha”

“¿Deshizo? Dígame que hizo con ella y con el descubrimiento que había hecho”

“Ella merecía tener un castigo y yo merecía ser joven por siempre, la juventud y belleza se malgastan con tanta crueldad en doncellas incultas. Así que le corté el cuello y con su sangre caliente cubrí mi cuerpo, palmo a palmo para borrar aquellas marcas en el que el tiempo había dejado huella de su paso atroz. No me mires de esa forma- dice al notar la repulsión en mis ojos- ¿Usted sería capaz de rechazar la oportunidad de ser joven por siempre?”

“¿Qué me puede decir acerca de sus cómplices?”- le pregunto para recordarle que quien hace las preguntas soy yo.

“Fueron pocos pero muy fieles, Dorottya me ayudaba a atrapar a las criadas al igual que Ficzko, Helena Jo guardaba mis secretos por miedo a ser la próxima de mis victimas, la pequeña Katarina vigilaba a las jóvenes que cumplían sus castigos encerradas en los calabozos, pero la mas fiel de todas fue la bruja Darvulia. Ella me advirtió de no utilizar en mis ritos a jóvenes de la nobleza, pero no lo pude resistir. A nadie le importaba la desaparición de las chicas del pueblo, pero cuando las nobles comenzaban a morir de causas misteriosas fue demasiado sospechoso para todos”

Me mira con intensidad a los ojos, como si deseara adivinar cual será mi siguiente pregunta. Me pierdo en los ojos de la asesina, que fueron testigos de mas de 600 asesinatos y torturas. Y le hago la pregunta que mas he deseado hacerle desde que comenzó la entrevista ¿Fue sólo por juventud y belleza?”

“Fue por poder, al igual que todas las cosas sobre la tierra. Cada acción cometida por cada ser humano en el pasado, presente y futuro se debe a la búsqueda del poder. Poder para mandar, dominar, controlar el tiempo, espacio, a los demás. No, no fueron solo juventud y belleza. Fue el poder de controlar mi cuerpo, borrar cada línea que fue pintada por el tiempo, las marcas de abusos y de situaciones que no pude controlar, como un matrimonio no deseado a los 15 años, el nacimiento y muerte de mis hijos, la soledad en el castillo, el abandono de la familia y ver como el mundo brillaba mientras yo me opacaba con el paso cruel de las horas”




miércoles, 11 de noviembre de 2009


Para no olvidar





Escribo para no olvidar, especialmente para no olvidarme de ti. Es que cuando sabes que tienes en tus genes la enfermedad del olvido y que quizá en unos años no podrás recordar cual es tu nombre y tu familia será un grupo de extraños, esta palabra da miedo. No sé el día exacto en que nos conocimos, ni cual fue la primera palabra que me dijiste, supongo que no dijiste nada, solo sonreíste, cogiste mi mamo y no la soltaste jamás.Me llevabas cargada en tu espalda, envuelta en una manta, mientras trabajabas en tu taller y cuidabas del gran parque a espaldas de nuestra casa, aquel que fue mi pequeño reino lleno de flores y grandes árboles. Hogar de Juancho, mi iguana y de los duendes que quisieron secuestrarme.
Nunca te dije abuelo, te decía papá Jorge porque siempre fuiste muy joven para llamarte abuelo, al menos antes mis ojos. Fuiste el destino a los cuales mis primeros paso me llevaron, siempre corría hacía ti, gritando y riendo, tu me cargabas, nos abrazábamos, mientras ponías en mis mejillas tus besos que picaban, yo me quejaba entre risas y tu ibas rápidamente al baño a rasurarte la barba, cumpliendo con mis caprichos.
Tenía 10 años cuando te enfermaste, debió de ser difícil para alguien como tú quedar recluido en una cama. Cada vez que mi hermana y yo íbamos a visitarte, tú sonreías y fingías estar bien. Mientras yo fingía que te creía y juntos disfrutábamos de esos momentos tratando de robarle tiempo a la muerte.
No te gustaban los hospitales y a mi tampoco porque no podía ir a verte, te sentías sólo y yo también. Cada noche te escribía una carta diciéndote lo mucho que te amaba, que ibas a estar bien y que te estaba esperando. La firmaba con mi nombre, el de mi hermana y el de Skippy, mi hámster al que siempre le caíste bien.
Amarraba la carta a mi Furby y la colocaba de contrabando en el bolso de mamá, quien sorprendida te la entregaba siempre. No sé donde estén las cartas que te escribí, pero sé que las leíste y que por un momento no te sentiste tan solo mientras estabas en el cuarto del hospital rodeado de desconocidos.
La única vez que fui a verte al Hospital Dos de Mayo, te vi echado en una cama, en un cuarto muy grande y frió, lleno de gente extraña. Te veías diferente y fue ahí cuando me di cuenta de que no eras inmortal.
Al salir de tu cuarto caminé con mamá por el bello, triste y viejo hospital, al que no he vuelto ni quiero volver, entramos juntas a la capilla y rezamos por ti. Al poco tiempo volviste a casa con el único deseo de celebrar tu cumpleaños. Todos fuimos a celebrar contigo, sin importar que ese en realidad no fuera tu cumpleaños. Bailaste, reíste, recordaste buenos momentos junto a la familia a quien tanto amaste.
Justo cuando pensé que ya estabas bien y que todo sería como antes, te fuiste un martes 13 de marzo del 2001. Lo supe aun antes que me lo dijeran, estaba en la escuela cuando sentí que te ibas del mundo. Esa noche en tu casa cuando estábamos esperando tu llegada para comenzar a decirte adiós, mi hermana y yo nos pusimos a bailar frente a tu retrato, a pesar de las lágrimas porque queríamos hacerte sonreír una última vez. Al día siguiente encabezamos la procesión, cargando flores y guiando a la familia y amigos, mientras te veíamos unirte con la tierra.

Reporte de acontecimiento



Duele de tan sólo ver la foto


La extracción de la muela del juicio, es uno de los tantos mensajes sutiles de la madre naturaleza en los que me dice:"ya estas vieja". Eso y la pérdida de memoria a corto y largo plazo


Esperé a mi equipo de dentistas conformado por mi hermana la doctora Rodríguez, el doctor Lévano y el asistente Sánchez. Mis padres bloqueaban todas las rutas posibles de escape, no los culpo, tramé muchos planes de escape que se vieron frustrados en vista de que no importara cuanto empeño pusiera, sabía que todo acabaría con mi familia presa de la furia arrancándome la muela sin anestesia. Así que resignada a cumplir con mi destino fui arrastrada por el asistente hacia el quirófano.

Al llegar encontré a todos vestidos de verde no queriendo desentonar propuse aplazar la cirugía hasta conseguirme una ropa del tono, demás está decir que no funcionó. Me senté en el sillón mientras era cegada por las brillantes luces y adormecida por mi hermana.

Al poco tiempo el doctor Lévano logró extraer en un par de minutos mi querida tercera molar, "es un varón" exclamó al observar el diente. La doctora lo limpió con cuidado, me lo entregó y dijo: "ahora podrás hacerte un collar". Estallé en aplausos como quien acaba de ver un gran espectáculo. Inocentemente pensaba que todo había acabado, oh no, aun faltaba la sutura.


"¿ah como se hacía?" es una de las cientos de frases que los pacientes odiamos escuchar, empata con "eso no venía en el libro!" o "oops". Comedia, bienvenida en todas partes, menos en el quirófano. Aunque debo admitir que la Doctora Rodríguez hizo un buen trabajo en la sutura, le quedó muy lindo el punto cruz con las iniciales de su nombre, en mi boca.


Mi comida favorita






Puede parecer simple pero para mí es uno de los manjares más deliciosos que existen sobre la tierra. Es un platillo sublime de preparación rápida y pocos ingredientes que lo hace perfecto en tiempos de necesidad y si es preparado por cocineros virtuosos y con imaginación puede tener cientos de magnificas variaciones.
También resulta ser una de las especialidades de mi hermana, la virtuosa mujer que supera a cualquier chef en la preparación del delicioso arroz con huevo. Saca la sartén y la coloca en la hornilla, vierte unas gotitas de aceite, parte un par de huevos y lo mezcla con el arroz que sobró del día anterior.
Para acompañar el almuerzo compro un paquete de galletas, no importa la clase de galletas ya que siempre quedará bien con el plato. Las parto en trocitos y las añado al arroz con huevo, en un despliegue de inteligencia y visión culinaria que pondrían verde de la envidia a Gastón Acurio.
Después me dispongo a preparar la limonada le agrego agua, limón y por último el azúcar. Es tal la perfección de mi trabajo que me siento poco digna de probarlo así que dejo la bebida a un lado. Sonrío orgullosa y satisfecha de haber encontrado la forma de aplacar el hambre con astucia, rapidez y pocos ingredientes.
Mi regreso a casa




Apenas acaba la clase huyo hacia la puerta de salida sin mirar atrás. Dispuesta a recobrar mi libertad y el uso de mis piernas, que se adormecen tras largas horas de estar sentada. Mis amigas me acompañan en algunas partes de mi camino, hablamos de todo un poco y nos consolamos si tuvimos un mal día.

Caminamos juntas, cogidas del brazo al momento de cruzar las pistas para evitar accidentes y debido a nuestro miedo justificado a los autos.

Cuando llega el momento de separarnos, nos despedimos con un abrazo como si no fuéramos a vernos nunca mas y después cada uno va por su camino. Yo doy pasos rápidos y firmes la mayor parte del camino, siempre cogiendo mi bolso con fuerza. Después mis pasos se vuelven más lentos y mi mirada se centra en el resto de personas a mi alrededor, todos inmersos en sus mundos, pensando en sus problemas mientras que a cada paso se acercan mas a su destino.

Ayer vi a dos ancianas, caminado cogidas del brazo, quejándose de todo y discutiendo tontamente para después olvidarse de lo que estaban hablando hacía unos minutos. No pude contener la risa y el horror, al pensar que en quizás 100 años o más esas dos ancianas podríamos ser mi hermana Mónica y yo. Tratando de alejar esos terribles y catastróficos pensamientos corrí lo más rápido pude, aprovechando mi juventud y el buen estado de mis piernas.

Cuando al fin me alejé de esas terroríficas ancianas me di cuenta que ya estaba en casa. Reconocí al perro "rasta" que duerme en el parque y que ama asustar a las palomas. Vi el auto de mi papá aparcado frente al edificio, encontré a mi hermana caminado en la calle y a mi madre en el balcón y supe que ya había llegado a casa.

Mi Habitación



Me encanta mi almohada de pollo verde


Es la más pequeña de la casa, la ocupo desde hace tres años y ya me acostumbré. No puedo negar que no extraño mi anterior cuarto donde corría por todas partes e incluso podía jugar tenis.

Fue en esa habitación en la que casi fue secuestrada por los duendes y donde acogí a Sirius la primera noche que se quedó en casa porque no paraba de llorar debido a que extrañaba a su mamá.
Al mudarme guardé algunas cosas en bolsas y otras las vendí. Intenté sin éxito deshacerme del cuadro de la niña triste que ha reclamado su lugar en mi cuarto desde hace mas de 10 años, pero me persigue con sus ojos tristes y cabello pajoso.

Mi nuevo cuarto es crema y lleno de luz, adornos y libros que están en todas partes. En el velador, mesa de noche, armario, escritorio, cama e incluso el piso. No se debe a un amor al estudio, sino a un desorden casi caótico. En la que todo los aretes de mezclan con las pastillas, la ropa con mi grabadora y los cables de mi USB se enredan con la figura de la niña María, cuyos ojos pintados y a veces juzgadores se enfocan en mi y me llevan de vuelta a la infancia.

Uno de mis lujos es la vista a la calle y al mar, los observo a ambos con fascinación en todo momento del día, noche o madrugada. Ambos algunas veces bellos y relajantes y otras ruidosos como cuando el mar ruge de noche y se agita con violencia.

martes, 10 de noviembre de 2009

Crónica policial


Encontraron su cuerpo en un callejón, era una joven de aproximadamente 21 años. Presentaba numerosos moretones en el rostro, su vestido estaba manchado de sangre y en sus piernas había quemaduras del cigarrillo. Que ponía en evidencia la crueldad con la que fue tratada.

A pesar de la violencia a la que su cuerpo fue víctima, su rostro lucia apacible, incluso hermoso. Tenía en la expresión de las personas justas y decentes. No era difícil imaginársela con vida, riendo y quizá bailando, con inocente alegría casi infantil. O quizá simplemente caminando por la calle dispuesta a ir a casa después de un largo día de trabajo.

Algunos vecinos que salieron de sus casas y se amontonaban para ver lo que ocurría hicieron la señal de la cruz y dijeron algunas plegarias por el alma de la infortunada, otros solo seguían con la mirada cada acción de la policía. Quienes acordonaron la zona y trataban de alejar sin éxito a los curiosos.

El equipo de médicos forenses tomaban fotos a la escena y a la joven, mientras esta era examinada para tener una idea preliminar de lo que podría haber sido la causa de su muerte. La policía interrogaba los vecinos para saber si habían oído o visto algo que pudiera relacionarse con el caso y que diera pistas de lo que pasó a la joven. Algunos dijeron que escucharon gritos, ruidos de autos y a un hombre sospechoso del que no dieron muchos detalles porque era muy de noche y no pudieron distinguir bien al sujeto.
En una esquina alejado del tumulto y apoyado tranquilamente en una pared de ladrillos, se alzaba la figura de un hombre de lentes oscuros, barba que el cubría el rostro y que enmarcaba una cruel sonrisa de medio lado. Esas sonrisas macabras de quienes son responsables de algo siniestro y que están satisfechos con su trabajo, sabiendo que quizá nunca sean descubiertos.
Crónica de personaje


Tenía los ojos más fríos del mundo. Negros como la noche pero sin el brillo de las estrellas, como si estas hubieran sido absorbidas por algún hoyo negro.

Solo los pude ver por algunos segundos, debo admitir que me dio un poco de miedo. Estaba ansioso y se notaba por la forma frenética en la que caminaba de un lado a otro y en la que observaba su relajo cada cinco segundos, como si por solo desearlo pudiera hacer que el tiempo pasara con más rapidez.

Tratábamos de evadir nuestras miradas, ambos deseando en silencio que el otro no estuviera ahí pero a la vez agradecidos de no encontrarnos solos en ese pequeño elevador que por capricho del destino había decidido detenerse entre los pisos 50 y 51 de uno de los edificios mas altos de la ciudad.

Los bomberos llegaran pronto- dije tratando de sonar positiva para aliviarnos a ambos.

Él respondió, estaba más concentrado en contestar las numerosas llamadas que recibía en su diminuto teléfono móvil.

¡Ah! no me digas que tenías una reunión y justo nos quedamos atrapados. ¡Qué mala suerte!- dije en un patético intento de ser compasiva.
"Perder un contrato de 150 millones de dólares. Si, creo que tuve mala suerte. Fue su respuesta ruda y sarcástica.
Dispuesta a ignorarlo procedí a hacer mis ejercicios de respiración, inhalando profundamente y exhalando despacio emitiendo un largo ”doooo”. Repetí la acción un par de veces ante la atónita y burlona mirada de mi acompañante que de seguro pensaba que el encierro me había enloquecido.
Indignada por esa mirada de burla deje a un lado mis ejercicios e inspección al otro cautivo, vestía un aburrido y simple traje negro y una corbata roja tan ajustada que parecía estar asfixiándolo. No había nada de interesante en el sujeto, excepto por la mirada que ya no era fría, ni burlona, sino ausente y hasta triste. Su cuerpo esta encerrado pero su mente se hallaba perdida por el mundo, quizá repasando todos los detalles y pequeñas decisiones que había tomando y que lo llevaron hasta donde esta ahora, encerrado con una extraña y enfrentando el que quizá sería uno de los perores fracasos de su vida. Cerró los ojos con fuerza y empezó a golpear suavemente su cabeza contra la pared del elevador.
Sentí lástima pero no dije nada. Sólo me senté a esperar que vinieran a ayudarnos. Él hizo lo mismo sentándose al frente mío. Abrí mi bolso y saqué un sándwich de queso, lo partí en partes iguales y se lo ofrecí al triste prisionero, cuya única respuesta fue un simple pero sincero “gracias”.
Crónica de acontecimiento


Ocurrió un 14 de setiembre, un día que parecía tan aburrido, común y corriente como cualquier otro en mi vida. Salí del trabajo a las 8pm y me disponía a ir a casa.

Tomé el bus de la línea 9, como de costumbre, me senté, no muy atrás ni muy adelante. A mi lado se sentó un hombre de aspecto extraño sus cabellos eran largos y ensortijados, tenía una barba que le cubría parte del rostro y sus ojos se ocultaban tras gafas oscuras. Me dió escalofríos al verlo, había algo extraño en él. Aun así no me cambié de sitió, sino solo me aferré a mi cartera y deseé llegar a casa lo antes posible.

De pronto el bus sufrió un desperfecto y los pocos pasajeros que quedábamos, entre ellos mi compañero de asiento, tuvimos que bajar del carro. Como estaba cerca de mi casa decidí caminar, por las calles estrechas y poco iluminadas del distrito de Magdalena del Mar.

Cogí mi bolso con fuerza, como de costumbre, y caminé lo mas rápido posible por las calles que se encontraban desoladas, no había rastro de los demás pasajeros del bus era como si hubieran desaparecido.
Después de unos minutos sentí unos pasos detrás mío, era el hombre extraño del bus. Me sonrió y me dijo "Buenas noches". En respuesta hice una mueca y aceleré mi paso para alejarme del extraño.
En menos de un minuto me lanzaron contra una pared, mi rostro estaba siendo presionado contra esta y sentía la sangre brotar de mi nariz. Al mismo tiempo que sentía un cuchillo afilado que hacia contacto con mi cuello y que una voz me susurraba al oído "quieta ya perdiste"

Estaba aterrada. Solo pude decir con voz temblorosa "llévate lo que sea, pero no me hagas daño" y solté el bolso al que hacía unos minutos sujetaba como si fuera una extensión de mi cuerpo. Pero no le interesó "No nos importa tu plata ni tu bolso de plástico". ¿Nos? pensé aterrada y fue ahí cuando escuché el ruido de un auto y la voz algo lejana del cómplice que le ordenó meterme al auto lo más rápido posible.

Intenté escapar, grité, pateé con todas mis fuerzas. Mi atacante enfureció y golpeó mi cabeza en contra de la pared de ladrillos, una y otra vez hasta que no pude luchar más y mi cuerpo dejó de pertenecerme mientras era arrastrada hacia la maletera del auto.
Mi hermana del alma

Mónica nació casi cuatro años antes que yo, desde pequeña siempre sentí que eso era una injusticia tremenda. La versión que siempre contaba y que aun cuento, es que mientras yo estaba en el cielo, haciendo una fila y esperando pacientemente mi turno para nacer, justo cuando las luminosas puertas del cielo se abrieron para que mi viaje a la tierra pudiera comenzar, mi querida hermana me empujó y bruscamente tomó mi lugar. Obligándome a tener que esperar cuatro largos años para volver a estar al frente de la gran puerta que me dejaría entrar a la tierra.

A pesar de todo eso agradezco que haya nacido antes que yo, si no fuera por Mónica yo hubiese sido secuestrada por los duendes malvados que ella vio que volaban sobre mi cabeza mientras dormía plácidamente en mi cuna. Encontrándome en un gran peligro mortal mi querida hermana valientemente se escondió debajo de su sábana, dejándome a merced de los duendes, famosos por llevarse a los niños sin bautizar, y esperó hasta el día siguiente para dar la voz de alarma.

La única persona que le creyó fue mi abuela Juana, que en esos tiempos era hechicera, y le dijo a nuestra madre que pusiera un pan debajo de mi almohada, si al día siguiente el pan amanecía mordido, era prueba innegable de que el mal me rondaba.

El tiempo y el pan le dieron la razón a la pequeña Mónica. Nuestros padres hicieron los arreglos para el bautismo, lo más rápido que pudieron. Cuenta nuestra abuela que apenas el agua bendita tocó mi pequeña cabecita, comencé a gritar como loca, causando conmoción en todo el templo y el pánico de un joven cura, que hasta la fecha sigue contando la anécdota.

Uno de los momentos de gloria de mi hermana sucedió en un hermoso dia de playa, ella, de apenas cinco años se encontraba haciendo castillos de arena en la orilla del mar y cuidando de su pesada hermanita menor. Cuando de pronto sintió la necesidad de ir en busca de su pequeña palita azul, así que me dejó por unos segundos al cuidado de su obra de arte. Al volver no había castillo arena y para su horror tampoco había hermanita menor, yo estaba siendo arrastrada por las olas del mar, mientras reía estúpidamente ajena al peligro, como siempre.

Valientemente cogió su palita azul y entabló una épica batalla contra el mar para salvarme, peleó aguerridamente pero el mar también. En medio de la batalla cuando sus fuerzas flaqueaban, se lanzó encima mío para cubrirme con su pequeño cuerpo. Esa vez no ganó una medalla por su valentía, pero se la merecía sin lugar a dudas.

La pequeña Mónica, solía llevarme en su triciclo, lo cual era una tarea muy ardua. Según dice mis pañales pesaban una tonelada y en mas de una ocasión sintió el impulso se lanzarme fuera del triciclo. Las veces en que sintió que su pesada carga se aligeraba y que sonreía, pensado que se había hecho muy fuerte, volteaba para darse cuenta, que su única pasajera se había levantado de su asiento, empujando con una mano el triciclo y con otra cogiéndose el pañal.

Esas historias definen quienes somos, siempre ayudándonos y cuidándonos, enfrentando a todo tipo de adversidades, incluyendo a duendes malvados y fuerzas de la naturaleza.
Crónica fantástica

Giselle enloqueció y murió días antes de su boda y como todas las muchachas que mueren de esa forma se convirtió en un fantasma del bosque. Cada noche sale de su tumba y junto con las demás novias fantasmas planean su venganza.

No es sensato visitar las tumbas de aquellas infelices, especialmente en la noche. Pero Albrecht igual lo hizo, atormentado por la culpa, por saberse el responsable de la trágica muerte de Gisell, quien murió a causa de sus engaños y traiciones.

Se acercó lentamente a la tumba y depositó un ramo de rosas sobre esta. Mientras pedía perdón por sus acciones escuchó a lo lejos las campanadas de la iglesia, que marcaban las doce de la noche.
Era el tiempo de venganza, la tierra comenzó a temblar y las novias salieron de sus tumbas, vestidas con sus blancos trajes de novia que iluminaban una pequeña parte del bosque, sus rostros eran cubiertos por velos y en sus manos llevaban ramos de rosas.

Casi al mismo tiempo que comenzó a sonar la música de ultratumba, las novias fantasmas levantaron sus velos, mostraron sus bellos rostros llenos de tristeza y en cuyos ojos se reflejaba el deseo de vengarse. Bailaron sin cesar al ritmo de la música que emanaba de los árboles.

La suplicas de Albrecht no conmovieron a Mirtha la jefa del grupo, quien ordenó a Giselle atraerlo al centro del circulo que habían formado para obligarlo a bailar sin parar hasta perder todas sus fuerzas y la vida.
Pero Giselle no pudo llevarlo a su muerte, notó su arrepentimiento y lo perdonó. Y con su perdón la oscuridad, la música y las novias fantasmas se esfumaron para dar paso a los cálidos rayos del sol que iluminaban el bosque. Mientras tanto Giselle como Albrecht tomaban rumbos separados, pero ambos en paz.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Maravillas del Facebook


Hace poco fresita fue condecorada en una modesta (pero llena de amor) ceremonia, como "la reina del facebook" por su querido maestro de redacción Eloy Jaúregui. Con su cargo se le fueron otorgados muchos poderes como el de zanganear todo lo que deseara en el internet y el de encontrar a desaparecidos. Encontró a muchas personas entre ellas amigas del nido y una profesora querida.

Y eso es lo curioso, no importa cuantos años pasen o las condiciones en las que se encuentren pero cuando un alumno se pone en contacto con un maestro de la escuela al que admira siempre le llama profe o miss, como si llamarlo por su nombre fuera algo anormal. Una teoría que podría explicar ese anormal y molesto comportamiento es porque se debe a que mentamente retrocedemos hacia esas épocas en que los conocimos.

Fresita solía ser la cool kid, a bit weird kind of unabomber asi que por el bien del planeta esperemos que sus denomios del pasado haya muerto de verdad. Lo último que deseamos es que este lindo blog se vuelva negro. ajajajaja.
"De Tinta y Fantasía"


Se titula el primer libro de la encantadora blogger (sin a) Natalaya, publicado por el grupo editorial La Casa de Fresita, (a decir verdad esta en disputa con el editorial atardecer).
Es un compedio de narraciones extraordinarias, llenas de random-ness. Los hechos se llevan a cabo en un pais desconocido, imaginario y mágico llamado Peru.
Se dará un descuento del 10% a todos aquellos que aseguren ser lectores de nuestro blog hermano Natalaya-ness.